El Homo Sapiens


Hommo Sapiens



Nombre científico: Homo sapiens
Promedio de vida: 79 años
Velocidad: 45 km/h (Maximum)
Categoría: Especie
Clasificación superior: Homo
Altura: Macho: 1.7 m, Hembra: 1.6 m


Homo sapiens (del latín, homo ‘hombre’ y sapiens ‘sabio’) es una especie del orden de los primates perteneciente a la familia de los homínidos. También son conocidos bajo la denominación genérica de «hombres», aunque ese término es ambiguo y se usa también para referirse a los individuos de sexo masculino y, en particular, a los varones adultos. Los seres humanos poseen capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, música, ciencia, y tecnología. Los humanos son animales sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos.


Se consideran Homo sapiens de forma indiscutible a los que poseen tanto las características anatómica de las poblaciones humanas actuales como lo que se define como «comportamiento moderno». Los restos más antiguos de Homo sapiens son los de Omo I, llamados hombres de Kibish (Etiopía), con 195 000 años. La evidencia más antigua de comportamiento moderno son las de Pinnacle Point (Sudáfrica) con 165 000 años.

Pertenece al género Homo que fue más diversificado, y durante el último millón y medio de años incluía otras especies ya extintas. Desde la extinción del Homo neanderthalensis, hace 28 000 años, el Homo sapiens es la única especie conocida del género Homo que aún perdura.

Hasta hace poco, la biología utilizaba un nombre trinomial —Homo sapiens sapiens— para esta especie, pero más recientemente se ha descartado el nexo filogenético entre el neandertal y la actual humanidad, por lo que se usa exclusivamente el nombre binomial. Homo sapiens pertenece a una estirpe de primates, los hominoideos. Aunque el descubrimiento de Homo sapiens idaltu en 2003 haría necesario volver al sistema trinomial, la posición taxonómica de este último es aún incierta. Evolutivamente se diferenció en África y de ese ancestro surgió la familia de la que forman parte los homínidos.

Filosóficamente, el ser humano se ha definido y redefinido a sí mismo de numerosas maneras a través de la historia, otorgándose de esta manera un propósito positivo o negativo respecto de su propia existencia. Existen diversos sistemas religiosos e ideales filosóficos que, de acuerdo a una diversa gama de culturas e ideales individuales, tienen como propósito y función responder algunas de esas interrogantes existenciales. Los seres humanos tienen la capacidad de ser conscientes de sí mismos, así como de su pasado; saben que tienen el poder de planear, transformar y realizar proyectos de diversos tipos. En función a esta capacidad, han creado diversos códigos morales y dogmas orientados directamente al manejo de estas capacidades. Además, pueden ser conscientes de responsabilidades y peligros provenientes de la naturaleza, así como de otros seres humanos.

Hommo Sapiens

Los restos fosilizados de diferentes individuos hallados en 1997 cerca del poblado de Herto, en Etiopía, atestiguan que, hace unos 160.000 años, ya existían en África seres humanos muy parecidos a nosotros. Según los datos que manejan los científicos, el Homo sapiens, la subespecie a la que todos pertenecemos, habría aparecido hace entre 200.000 y 160.000 años. Y lo hizo con certeza en las mismas regiones en las que los homínidos habían adoptado la marcha bípeda hace más de 4 millones de años, y donde, por primera vez, una especie de apariencia humana aprendió a fabricar herramientas, hace 2,5 millones de años.

Características del Homo Sapiens

Con un mayor volumen craneal – de entre 1.500 y 1.600 cm3 – una frente más alta -sin arco supraorbital-, la mandíbula corta, los dientes pequeños y la barbilla pronunciada, el aspecto del nuevo homínido era completamente distinto del de sus antecesores y parientes. Poseía ya una gran capacidad para la asociación de ideas y para el habla, derivada de su arquitectura craneal, y esto, sin duda, le dio cierta ventaja frente a las subespecies arcaicas de Homo sapiens con las que llegó a convivir y sobre las que, genéticamente, acabó imponiéndose.

Gracias a su capacidad de adaptación, a su superioridad cultural y a su evolucionada organización social, la población de Homo sapiens pronto comenzó a crecer y a expandirse con éxito por otras regiones de África y de Eurasia. En Palestina, por ejemplo, existen restos de humanos modernos que datan de hace 100.000 años, y en Europa, las evidencias más antiguas, localizadas en el área de los Balcanes, son de hace unos 40.000 años,

Pero a diferencia del Homo erectus, que también había migrado a estas regiones casi un millón de años antes, el Homo sapiens abandonó por primera vez el Viejo Mundo y, penetrando en tierras jamás pisadas por otro homínido, colonizó Oceanía – hace unos 55.000 años – e incluso el continente americano -sobre unos 40.000 años aproximadamente-.

En paleontología, las culturas desarrolladas por estas sociedades de hombres genéticamente modernos se encuadran en el llamado Paleolítico Superior, un período de la prehistoria caracterizado por la aparición de las primeras manifestaciones artísticas, por la creación de nuevos instrumentos líticos y óseos especializados, por la fabricación de herramientas compuestas y por el despertar de las creencias religiosas.


La Eva africana, Teorías del origen del hombre
De todas las teorías existentes sobre los orígenes del hombre moderno, la que parece tener más crédito es aquella que propugna el llamado modelo de la sustitución, es decir, la aparición del Homo sapiens en el continente africano y su posterior expansión por el resto del planeta. Sus defensores, entre los que destaca Cavalli Sforza, han demostrado con estudios genéticos que, a diferencia de lo que propone el modelo multirregional, la diversidad racial, definida ya a finales del Paleolítico Superior, obedeció a adaptaciones climáticas ambientales, y no a diferencias biológicas significativas. Todos los seres humanos, así, seriamos descendientes de una Eva mitocondrial africana.

Una brusca sustitución


La llegada del hombre moderno a Europa -el llamado hombre de Cro-Magnon, en relación con unos restos hallados en esta localidad francesa- tuvo lugar durante la glaciación de Würm, aunque en un intervalo de clima templado que medió entre las dos fases frías de este período. Su rápida penetración en el continente, poblado hasta aquel momento por los hombres de Neanderthal, se hizo probablemente de este a oeste, siendo colonizadas en primer lugar las regiones mediterráneas -entre el 40.000 y el 35.000 a. C – y, posteriormente, amplias zonas de la Europa central y atlántica.

Pese a que la información que se tiene del Paleolítico Superior es mucho más detallada que la correspondiente al Paleolítico Medio o al Inferior – no sólo por la cantidad de yacimientos, sino también por la fiabilidad de las pruebas realizadas con Carbono 14 -, cómo se produjo la sustitución del Homo sapiens neanderthalensis por el Homo sapiens sigue siendo un misterio. Existe constancia de que ambas subespecies coincidieron en el mismo escenario durante unos 10.000 años, pero se desconoce, por ejemplo, si existió cierto grado de transmisión genética debido a la mezcla de los grupos, o cuáles fueron los factores que determinaron la superioridad de los recién llegados respecto de los pobladores originales.


En la mayor parte de Europa, los paleontólogos han observado una brusca ruptura entre las industrias líricas del Musteriense -las relacionadas con los neanderthales – y las del Auriñaciense – el primer complejo cultural del Homo sapiens moderno -. La excepción son algunas zonas remotas, donde han aparecido restos de lo que se consideran culturas de transición entre el mundo de los neanderthales y el de los cromagnones -este es el caso del complejo lítico Castelperroniano, propio de Francia y de la España noroccidental-.

Herramientas y utensilios


Las herramientas del Paleolítico Superior, en este sentido, fueron hechas principalmente de piedra, aunque en este período se fabricaron mediante técnicas más avanzadas y con fines más precisos que en el pasado. También se registró, por otra parte, un incremento de instrumentos fabricados con los huesos, las astas y el marfil de los animales cazados. Todos estos utensilios, una vez más, han servido a los investigadores de la prehistoria como guía imprescindible para poder clasificar numerosas culturas que, en este caso, gracias al radiocarbono, es posible incluir en un esquema cronológico mucho más detallado y completo que el correspondiente a los episodios, más antiguos y escasos, del Paleolítico Inferior.

Alimentación y supervivencia del Homo Sapiens

Durante el Paleolítico Superior, la caza siguió ocupando un lugar destacado entre las actividades desarrolladas por las sociedades humanas. Los continuos cambios climáticos y la disparidad de ambientes existente, no obstante, provocaron que, poco a poco, los grupos de Homo sapiens tuvieran que especializarse en la captura de un determinado tipo de presas y que comenzaran a desarrollar nuevas prácticas económicas. Así, en Europa occidental, muchas comunidades basaron su supervivencia en la caza del reno, mientras que en las frías estepas de Rusia, se siguió cazando durante mucho tiempo el mamut. En la región mediterránea, donde los grandes mamíferos eran cada vez más escasos, pronto se descubrieron los beneficios de vivir cerca de los ríos y de la costa y, así, comenzó a practicarse con frecuencia la pesca y la recolección de moluscos.

Armas usadas para la caza


Las nuevas estrategias de subsistencia influyeron decisivamente en la mejora de las armas y, de esta manera, a finales del Paleolítico Superior -coincidiendo con los últimos momentos de la Era glacial-, se observa la fabricación de puntas de lanza más pequeñas -con formas geométricas regulares- y de propulsores para arrojar este arma con una mayor potencia y a gran distancia. También es en esta época cuando aparecen los primeros arpones dentados, utilizados sobre todo para la pesca, y los más primitivos arcos y flechas de que se tiene constancia. Se cree, además, que fue en las últimas fases del Paleolítico cuando comenzaron a tejerse redes y a fabricarse anzuelos y sedales.

Primeros asentamientos


Los asentamientos, como la economía, también tendieron a diversificarse, aunque nunca perdieron su naturaleza temporal derivada del modo de vida nómade. Así, junto al tradicional uso de cuevas y abrigos naturales en la región mediterránea, los cazadores de renos de la Dordoña francesa, al igual que las comunidades humanas de Europa central y oriental, construyeron con las pieles tiendas circulares, semi-enterradas o a ras del suelo, que les permitían armar y desarmar rápidamente sus campamentos en función del movimiento de las manadas.

Población del Homo Sapiens

Gracias a su desarrollo cultural y a su enorme capacidad de adaptación a todo tipo de condiciones climáticas y ambientales. el Homo sapiens pronto se propagó por los cinco continentes. Los cálculos indican que, hace unos 20.000 años, pudieron existir ya unos 10 millones de seres humanos en todo el planeta.


Tras las huellas de nuestros ancestros

La diáspora del sapiens moderno pudo tener su origen en un progresivo aumento de la población y a su dependencia respecto de la caza. La necesidad de seguir a las manadas de mamuts, por ejemplo, fue probablemente lo que lo hizo llegar a América.

Oriente Próximo. El hombre moderno abandonó África a través del Levante oriental. En las cuevas de Skul y Qafeeh se han hallado restos que datan de hace unos 100.000 años.

Europa. A diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, el Paleolítico Superior europeo, que se inicia en el 40.000 a. C, está profusamente documentado. Cuevas de Chauvet (Francia).

Italia. En RiparoTagliente, en el Véneto, los neanderthales fueron reemplazados por el Homo sapiens hacia el 35.000 a. C. El lugar fue poblado hasta el 12.000 a. C. aproximadamente.

África del Norte. En Libia, las primeras evidencias de población humana datan del 38000 a.C. Allí, el arte rupestre no aparecería hasta el 10.000 a.C.

América del Norte. Aunque se cree que el Homo sapiens tuvo que alcanzar América en el periodo glacial, los restos de las primeras culturas septentrionales, como de Clovis, son del 10.000 a.C.

América del Sur. Curiosamente, los yacimientos más antiguos de América se hallan en Chile y Brasil. Los restos de Pedra Furada en Brasil, datan del 15.000 a.C.

Australia. Aunque se cree que la llegada del Homo sapiens moderno fue anterior: el ancestro australiano Hombre de Mungo data del 32.000 a.C.

Progreso intelectual

Los cambios tecnológicos y económicos registrados durante el Paleolítico Superior, fácilmente perceptibles al analizar los restos materiales de la época, estuvieron sin duda acompañados por una profunda transformación de las relaciones sociales y de las creencias. Desafortunadamente, de estos cambios no existen registros que puedan ser consultados y, por lo tanto, las teorías al respecto sólo se fundamentan en las interpretaciones que se han hecho de las escasas pero extraordinarias muestras de arte paleolítico, así como del estudio de los grupos de cazadores-recolectores que, confinados en regiones inhóspitas del planeta, han sobrevivido hasta la actualidad -este es el caso de los bosquimanos del Kalahari, un pueblo con 20.000 años de historía-.

La mejor prueba del decisivo desarrollo intelectual del Homo sapiens, sin embargo, reside en su evidente éxito para adaptarse y, consecuentemente, en su supervivencia. Genéticamente, nada nos diferencia de aquellos “hombres de Cro-Magnon” que llegaron al continente europeo hace, aproximadamente, unos 40.000 años.

Cronología

Complejas culturales del Paleolítico Superior europeo

Periodo Inicial
40.000 – 26.000 a, C. Complejo Auriñacense. Además de los útiles líticos -sobre todo hojas-, aparecen herramientas de hueso -azagayas- y de asta de reno. Desde Ucrania hasta la península Ibérica.
31,000 – 20.000 a. C. Complejo Gravetiense. Sucede poco a poco al anterior. Destacan las puntas de tipo laminar con aristas retocadas y las de hueso o marfil. Arco y flechas. Estatuillas femeninas y relieves.

Período medio
20.000 -15.000 a. C. Complejo Solutrense. Presente en Francia y en España. Coincide con las fases más frías de Würm. Útiles de gran acabado, como las puntas de superficie retocada. Losas grabadas.

Período tardío
20.000 -10.000 a. C. Complejo Epigravetiense. Continuador de la tradición gravetiense en Italia, los Balcanes y Europa oriental. Primeras agujas de hueso perforadas.
20.000 -10,000 a. C. Complejo Epigravetiense itálico. Una de las divisiones regionales del anterior, con influjos del Magdaleniense. Estatuillas y “bastones de mando”. Roturas y grabados rupestres.
18.000 -10.000 a. C. Complejo Magdaleniense Difundido en el oeste y el centro de Europa. Arpones de hueso, dardos, flechas, agujas de coser y anzuelos. Grandes obras de arte rupestre -Lascaux y Altamira, por ejemplo-.
10.000 a. C. Fin de la glaciación de Würm y del Paleolítico. Inicio del período de transición al Neolítico, llamado Epipaleolítico o Mesolítico.

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