Home vestibulo Arte en la Cueva de Altammira
Arte en la Cueva de Altammira
https://tendenciabelleza.blogspot.com/ marzo 27, 2017 0
Cueva de Altamira
Bisonte, en Altamira
Cueva situada en las proximidades de Santillana del Mar, en Cantabria
(España), donde se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la
Prehistoria.
Las pinturas de Altamira, descubiertas en 1879, suponen el primer
conjunto pictórico prehistórico de gran extensión conocido en el momento, hecho
que determina que el estudio de la cueva y el reconocimiento de la misma abra
toda una polémica respecto a los planteamientos aceptados en la ciencia
prehistórica. Pertenece al período Magdaleniense y al Solutrense, dentro del
Paleolítico Superior, y su estilo artístico constituye la denominada escuela
franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas.
El realismo de sus escenas, provocó, en un primer momento, un debate en
torno a su autenticidad hasta ser aceptada como una obra artística realizada
por hombres del Paleolítico; su reconocimiento supone un largo proceso en el
que también se van a ir definiendo y van a ir avanzando los estudios sobre la
Prehistoria.
Sus primeros defensores fueron Sautuola y Vilanova, su criterio será
avalado por los frecuentes hallazgos de piezas de arte mueble en numerosas
cuevas europeas, especialmente francesas, en los años finales del siglo XIX,
así como de pinturas rupestres innegablemente asociadas a las estatuillas,
relieves y huesos grabados aparecidos en niveles arqueológicos paleolíticos,
unidos a restos de animales desaparecidos (mamut, reno, bisonte, etc.)
En su reconocimiento destacó muy positivamente el Abate Breuil,
organizador en 1902 de un Congreso de la Asociación Francesa para el Progreso
de las Ciencias, cuyos trabajos en torno al tema "el arte parietal"
provocaron cambios substanciales en la mentalidad de los investigadores del
momento.
Cartailhac, uno de sus más grandes opositores a la autenticidad de
Altamira, ante el descubrimiento, a partir de 1895, de grabados y pinturas en
las cuevas francesas de La Mouthe, Combarelles y Font-de-Gaume, revisa su
postura y tras visitar las cuevas escribió en la revista L'Antropologie (1902)
un artículo titulado La grotte d' Altamira. Mea culpa d' un sceptique. Su
artículo supone el reconocimiento universal del carácter paleolítico de las
pinturas de Altamira.
Modernamente, amparados en estudios sobre yacimientos y santuarios
tanto subterráneos como al aire libre, con la ayuda del carbono 14, los
investigadores Laming y Leroi-Gurhan propusieron para las pinturas de Altamira
una datación entre 15.000 y 12.000 años a.C., pertenecientes por tanto al
período Magdaleniense III.
Las pinturas de Altamira
La cueva de Altamira, relativamente pequeña, con 270 metros de longitud,
presenta una estructura sencilla formada por una galería con escasas
ramificaciones, donde se definen tres zonas: una primera formada por un
vestíbulo amplio, iluminado por la luz natural y que fue el lugar
preferentemente habitado por generaciones desde comienzos del Paleolítico
Superior; del vestíbulo se pasa a la gran sala de pinturas polícromas, apodada
"Capilla Sixtina del Arte Cuaternario"; y otras salas y corredores en
las que también hay manifestaciones artísticas de menor trascendencia.
En la actualidad, el aspecto de la gran sala de los bisontes ha variado
enormemente desde 1879, cuando María Sautuola, la vio por vez primera. Su
bóveda sigue manteniendo los 18 metros de largo por los 9 de ancho, pero su
altura originaria (entre 190 y 110 cm.) se ha aumentado al rebajarse el suelo
para facilitar la cómoda contemplación de las pinturas.
El animal más representado es el bisonte; hay hasta 16 ejemplares en
diversos tamaños, posturas y técnica pictórica junto a caballos, ciervos y
signos tectiformes. Los artistas de la cueva de Altamira dieron solución a
varios de los problemas técnicos que la representación plástica tuvo desde sus
orígenes en el Paleolítico. Tales fueron el realismo anatómico, el volumen, el
movimiento y la policromía.
El Bisonte encogido es una de las pinturas más expresivas y admiradas
de todo el conjunto. Está pintado sobre un abultamiento de la bóveda en el que
el artista ha sabido encajar la figura del bisonte, encogiéndolo, plegando sus
patas y forzando la posición de la cabeza hacia abajo. Destacando el espíritu
de observación naturalista de su realizador y la enorme capacidad expresiva de
la composición.
La gran cierva, la mayor de todas la figuras representadas, tiene 2.25
m, manifiesta una perfección técnica magistral. La estilización de las
extremidades, la firmeza del trazo grabado y el modelado cromático le dotan de
un gran realismo, no obstante acusa, en su factura algo pesada, una cierta
deformación seguramente originada por el cercano punto de vista del autor.
Debajo del cuello de la cierva aparece un pequeño bisonte en trazo negro.
Caballo ocre situado en uno de los extremos de la bóveda, fue
interpretado por Breuil como una de las figuras más antiguas del techo. Este
tipo de poney debió de ser frecuente en la cornisa cantábrica pues también le
vemos representado en la cueva de Tito Bustillo, descubierta en el año 1968 en
Ribadesella, y aun es muy posible que sea de la misma tipología que el
representado en la cueva alcarreña de los Casares.
Historia del descubrimiento de las pinturas de Altamira
La hoy famosa cueva de Altamira, es descubierta en el año 1868, por un
cazador, llamado Modesto Cubillas, que al intentar liberar a su perro, que
había penetrado por entre las grietas de unas rocas persiguiendo a una pieza,
ve la entrada de la cueva, desconocida hasta entonces y situada en el término
de Juan Mortero.
En aquel momento, la noticia del descubrimiento de una cueva no tenía
la menor transcendencia entre el vecindario de la zona, ya que en la misma es
tan frecuente el fenómeno kárstico que una gruta más entre las miles
existentes, no añadía nada novedoso.
Don Marcelino Sanz de Sautuola, erudito en paleontología y descubridor
de las pinturas, debió de conocer la existencia de la cueva directamente por
boca del mismo Modesto, aparcero en su finca, pero no la visitó hasta el año de
1875. Por entonces la recorrió en su totalidad y reconoció algunos signos
abstractos, como rayas negras repetidas, a las que no dio ninguna importancia,
por no considerarlas obra humana. Cuatro años después, durante el verano de
1879, volvió don Marcelino por segunda vez a Altamira, en esta ocasión acompañado
por su hija María, niña de 9 años, interesado en excavar la entrada de la cueva
con el objeto de encontrar algunos restos de hueso y sílex.
El hecho del descubrimiento se produce, de forma casual, por obra de la
curiosidad de la niña, pues mientras su padre permanecía en la boca de la gruta
ella penetró hasta una sala lateral descubriendo los famosos bisontes. María
acudió a avisar a su padre. Sautuola quedó sorprendido al contemplar el
grandioso conjunto de pinturas de aquellos extraños animales que cubrían la
casi totalidad de la bóveda.
Al año siguiente, 1880, don Marcelino publica una breve opúsculo
titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de
Santander en el que sostenía el origen prehistórico de las pinturas e incluía
una reproducción gráfica hecha por el mismo descubridor. Expuso sus tesis al
catedrático de Geología de la Universidad de Madrid, don Juan de Vilanova, que
las acogió como propias. Pese a todo, la opinión de Sautuola no fue aceptada
por los prestigiosos maestros franceses Cartailhac, Mortillet y Harlé, los
científicos más expertos en estudios prehistóricos y paleontológicos en Europa.
La novedad del descubrimiento era tan sorprendente que provoca la
lógica desconfianza de los estudiosos, incluso se llega a sugerir que el propio
don Marcelino debió de pintarlas entre las dos visitas que realizo a la
caverna, negando así su origen paleolítico.
Ni la ardiente defensa de Vilanova en el Congreso Internacional de
Antropología y Arqueología, celebrado en Lisboa el año 1880, ni el afán de
Sautuola evitaron la descalificación de Altamira.
La oposición se hace cada vez más generalizada. En España, el presidente
de la Sociedad Española de Historia Natural el 1 de diciembre de 1886
dictaminaba diciendo que
"... tales pinturas no tiene caracteres del arte de la Edad de
piedra, ni arcaico, ni asirio, ni fenicio, y sólo la expresión que daría un
mediano discípulo de la escuela moderna...".
Sautuola y sus pocos seguidores lucharon contra esa sentencia. La
muerte de don Marcelino y la de Vilanova parecían condenar definitivamente las
pinturas de Altamira con una fraudulenta realización moderna.
La aceptación de las pinturas no se produce hasta 1902.
El amplio número de personas que deseaba ver la cueva y el largo
periodo de espera para acceder a ella (más de un año) hizo plantearse la
necesidad de construir una réplica. Desde el año 2001, junto a la cueva se
levanta el Museo nacional y centro de investigación de Altamira, obra del
arquitecto Juan Navarro Baldeweg. Destaca en su interior la llamada Neocueva de
Altamira, la reproducción más fiel que existe de la original y muy similar a
como se conocía hace 15.000 años.
Existe otra reproducción de las pinturas en una cueva artificial
realizada en el jardín del Museo Arqueológico Nacional de España
altamira
arte
bisonte
cantabrico
cierva
colores
cueva
españa
galeria
hoya
la cola del caballo
manos
ocre
paleolítico
policromos
prehistoria
realismo
salas
tecniformes
vestibulo
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
Publicar un comentario
Tu Comentario es muy importante para micasamiplano!